Esta tarde he podido ver el regreso de Schwarzenegger al cine, El último desafío es una película de acción al mas puro estilo ochentero con un Schwarzenegger metido en un papel adecuado para su actual edad y aun así sigue repartiendo de lo lindo.
En El Último Desafío, Schwarzenegger está demacrado por el paso del tiempo, un viejo policía de Los Ángeles que una fatídica misión hizo ver como perdían la vida la mayoría de sus seres queridos, le hace irse a un pequeño pueblo de la frontera texana a ejercer cómo sheriff, un trabajo mucho más calmado del que ejercía en la gran ciudad y en la que tiene que lidiar con poco más que un par de borrachos. Las cosas se complicaran cuando de Las Vegas se escape un capo del cartel mexicano, en una increíble misión de rescate y ponga rumbo hacia México con una policía como rehén. Su última parada será Sommerstone, claro que lo último que imaginará es que podría topar con el austriaco allí.
Una trama quizá demasiado básica, pero que destaca por su espectacular puesta en escena, su desmedido uso de la violencia y un irónico sentido humor, que nos remite irremediablemente al gran cine de acción de los 80, recuperando, como hiciera Stallone en Los Mercenarios, un gran espíritu nostálgico. Quizá sea un cine viejo, como el propio Schwarzenegger confiesa que se siente en la película, pero cuyo espíritu sigue vivo mientras las mismas estrellas de acción quieran resucitarlo.
Schwarzenegger ha vuelto, tal y como prometió, y lo ha hecho a lo grande, con un vehículo que va más allá de ser un simple producto para su lucimiento. Una gran película de acción que engrandece el espíritu del cine de acción como producto de entretenimiento. Una disparata locura, delirantemente divertida, dónde las frases lapidarias (ése “Bienvenido a Sommerstone” se quedará grabada, a buen seguro, como una de las emblemáticas frases del actor austriaco), los momentos delirantes, como el protagonizado por Knoxville y una pistola de bengalas o una adorable viejecita, levantarán las risas y aplausos de los que se dispongan a disfrutar. Y sobre todo un tercio final dónde la testosterona se levanta al máximo. Sí, Schwarzenegger se encarga de repetir constantemente que está viejo, pero aún le queda madera para disparar de los lindo, e incluso repartir alguna hostia más digna de un combate de la WWE, sobre un puente a ninguna parte. Hay que decir: Gracias Chuache por volver, nunca debiste irte.