sábado, 23 de abril de 2016

Marte


Marte marca el regreso de Ridley Scott dirigiendo una cinta de ciencia ficción desde “Prometheus” (2012), siendo estrenada, curiosamente, dos días después desde que la NASA anunciara la existencia de agua en Marte.

La historia se centra en Mark Watney (Matt Damon), astronauta que es dado por muerto tras un incidente en una misión en Marte, teniendo su tripulación que abandonarlo. Watney despierta solo entre las rocas, teniendo que adaptarse a las condiciones del lugar, intentando sobrevivir sin perder las esperanzas de regresar a casa, mientras en la Tierra, la NASA hace lo imposible por ayudarlo a subsistir y gestionar su rescate.

Durante el primer tercio, Mark Watney, interpretado correctamente por Matt Damon, es el único protagonista de la cinta, desde su accidente, pasando por todo el proceso de experimentación y creatividad al interior de la base en Marte para intentar sobrevivir con lo mínimo, hasta su primer contacto con la Tierra. Un tercio que no da respiro gracias al gran trabajo de producción, un ritmo intenso y un Damon que saca a flote todo su carisma y talento, pasando del humor a la angustia y el drama, en un papel hecho a su medida. Quizás el mejor de su carrera.


De aquí en más, se suma el resto del reparto, encabezado por Jeff Daniels, junto a Sean Bean, Chiwetel Ejiofor y Kristen Wiig, como parte del equipo de la NASA, interiorizándonos en la misión de rescate y familiarizándonos con tecnicismos que probablemente no seamos capaces de seguir al pie de la letra, sin embargo, cumple su función de forma moderada, sin muchos excesos científicos, de orientarnos y cumpliendo un papel fundamental para el espectador: lograr que empaticemos aún más con el protagonista y esperando el feliz final.

Ridley Scott entiende mejor que nadie su papel dentro de la industria y conoce al público al que desea llegar. Por tanto, la cinta no está exenta de esos momentos graciosos, de la genial nerd veinteañera que toma decisiones vitales para el planeta o de ese personaje muy secundario que no es capaz de expresarse sin una broma de por medio.

Este recurso, inexistente tanto en “Gravity” como en “Interstellar”, puede resultar, para quienes se esperaban un trabajo de similares características, varios puntos en contra, sin embargo, en “The Martian” esto suma, al restarle densidad a la narración y hacer más llevaderas las más de dos horas de metraje. Paradójicamente, esto significa entonces un logro del director, al no llegar al punto de ensuciar un blockbuster de entretención como este, pensado para los más fervientes consumidores de palomitas de maíz. Tampoco se profundiza en abordar valores ni juicios morales –presente en las dos cintas mencionadas anteriormente-, lo que se convierte en una opción que, esta vez, el director decidió minimizar.


La escasa participación en la película de la tripulación principal es, sin duda, uno de los pocos elementos que le imprimen desequilibrio a la cinta. Darles tan pocos minutos en pantalla a Jessica Chastain, Kate Mara, Michael Peña, Sebastian Stan y Aksel Hennie resulta un desperdicio y nos obliga a preguntarnos si fue necesario o no contar con ellos, o simplemente un reparto sin tantas estrellas habría bastado. Las posibilidades de explorar la visión de los hechos a partir de sus colegas y amigos eran infinitas para darle mayor peso al hilo narrativo, pero estas sólo se vieron limitadas a lo mínimamente posible.

Con una banda sonora potente, celestial a ratos y llena de tambores en otros momentos, y con la experiencia visual única de explorar los cráteres y montañas de Marte como pocas veces el cine lo ha logrado, “The Martian”, sin ser la mejor película de ciencia ficción del 2015, nos trae de vuelta, poco a poco, a ese Ridley Scott (abandonado entre tantos gángsters, héroes medievales, dioses y reyes) que todos preferimos: en el espacio, rompiendo la barrera del sonido y regalándonos una cinta de astronautas y planetas en su estado más puro y efectivo.