Parece que "Django Unchained" ha servido bien de aperitivo para que el señor Tarantino nos obsequie con un Western en condiciones. Y es que "The Hateful Eight" tiene todo lo que a Django se le echaba en falta: una dirección mejorada, una fotografía impecable, un "cast" más "tarantiniano", un guión menos comercial y una banda sonora original muy acertada de la mano del maestro Morricone.
Pocos directores de cine quedan que puedan considerarse "autores" con todo el sentido que esta palabra tiene. Esta "autoría" implica una serie de valores que parece que en el cine actual se han perdido. En una época en la que (casi todo) el cine se ha convertido en puro espectáculo, son pocos los directores que han decidido remar en sentido contrario y no se resignan a que sus películas se conviertan en un mero producto de masas con la única finalidad de entretener.
Bien es cierto por otro lado, que el estreno de una película de Tarantino implica casi un acontecimiento cinematográfico, en el que legiones de fans esperan largas colas para disfrutar durante casi 3 horas de una nueva lección del cine del maestro pero, cabe preguntarse...¿Qué buscan estos fans en Tarantino? ¿Quizás ver la lluvia de sangre a la que nos tienen a todos acostumbrados?¿El entretenimiento previamente mencionado? ¿O quizás ver un producto no convencional que nada tiene que ver con lo que se estrena cada semana en cartelera?
Sea como fuere, y tras esta pequeña reflexión, hablemos de la nueva película de Tarantino, uno de esos "autores" actuales.
Si por algo destacan sus películas es por su cuidada elaboración: un montaje calibrado hasta lo mas mínimo, una música que guía al espectador pero no desvirtúa la imagen, unas actuaciones que dan equilibrio a la película sin hacerse sombra entre ellas, una ambientación excelente y la que probablemente sea su mejor característica: unos guiones como los que ya no se hacen con firma propia.
En sus 167 minutos, duración algo desmedida para gran parte de la audiencia que verá la película, Tarantino nos presenta a una serie de personajes, a cual más variopinto y como bien dice su título, más odioso. Este western, un género en el que Tarantino parece encontrarse muy cómodo, reúne todos los elementos del género pero sin caer en lo ya visto, en otras palabras, tiene una gran capacidad de sorprender.
Ennio Morricone firma la banda sonora que apoya las interpretaciones de unos actores de la vieja escuela cuyos papeles (aunque no en todos los casos) parecen estar diseñados cuidadosamente para ellos, teniendo en cuenta sus dotes de interpretación totalmente únicas, con mención especial para Samuel L Jackson.
Una vez más, Tarantino nos presenta una película fresca y que reúne todos los elementos del género, pero es sin duda su firma claramente reconocible, lo que hace The Hateful Eight una obra maestra, firmada por uno de los pocos autores que quedan dentro del panorama cinematográfico actual.
Sinopsis: Pocos años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar al pueblo de Red Rock, donde Ruth entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido en cazarrecompensas de mala reputación, y Chris Mannix (Walton Goggins), un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff del pueblo. Como se aproxima una ventisca, los cuatro se refugian en la Mercería de Minnie, una parada para diligencias de un puerto de montaña. Cuando llegan al local se topan con cuatro rostros desconocidos: el mexicano Bob (Demian Bichir), Oswaldo Mobray (Tim Roth), verdugo de Red Rock, el vaquero Joe Gage (Michael Madsen) y el general confederado Sanford Smithers (Bruce Dern). Mientras la tormenta cae sobre la parada de montaña, los ocho viajeros descubren que tal vez no lleguen hasta Red Rock después de todo.
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